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viernes, 29 de enero de 2010

El estudio de los códices

Luz María Mohar Betancourt
Rita Fernández Díaz
La costumbre generalizada sobre el estudio de los códices todavía camina hacia la interpretación de estos manuscritos indígenas entendiéndolos como mera iconografía que ilustra la glosa española -postura iniciada a principios del siglo XVI y en gran medida vigente al inicio de este milenio- , un conjunto de investigadores se reúne para confrontar esta posición en torno a lo que el enfoque etnográfico teórico-metodológico galarziano propone: considerar el conjunto de glifos o pictografías como textos escritos con base en la imagen codificada como un complejo sistema plástico lingüístico que, antes de interpretarse, debe ser leído.
Desde el momento en que los españoles conquistadores del territorio mesoamericano se enfrentaron a los habitantes de esas nuevas tierras, algunos de ellos quedaron sorprendidos ante la majestuosidad y complejidad de los centros urbanos, de su organización y de la especialización lograda entre sus habitantes. En consecuencia, el reconocimiento de la existencia de la escritura en las culturas indígenas fue cuestionada. Algunos conquistadores y funcionarios no podían aceptar que existiese una forma de registro distinto a la escritura alfabética. Esta posición perduró durante varios siglos y todavía hoy es fuente de debate con la postura opuesta.
El interés de personajes europeos por el estudio de estos libros o amoxtli contribuyó, en gran parte, a la dispersión de la documentación que había sobrevivido a la conquista.
En este texto se entiende por códice “los manuscritos de los indígenas mesoamericanos que fijaron sus lenguas por medio de un sistema básico del empleo de la imagen codificada, derivada de sus convenciones artísticas” (Galarza, 1990: 15).
Los investigadores de los documentos pictográficos indígenas tradicionales o códices mesoamericanos legaron un importantísimo acervo de conocimiento construido durante más de 500 años, que ahora es cimiento de nuevas propuestas y enfoques interdisciplinarios. Sin embargo, la escritura carece, hasta el momento, de una disciplina científica que la tome como objeto de estudio; y si este no se ha realizado con profundidad, los estudios sobre la escritura mesoamericana son incipientes, sin fundamentos científicos y, casi siempre, llenos de interpretaciones despectivas.
A partir de 1960, y hasta la fecha, se realiza una serie de estudios sistemáticos que han gestado lo que hoy se conoce como Teoría de la escritura mesoamericana. Esta corriente afirma que los códices son manuscritos pictográficos indígenas tradicionales, que conforman una compleja escritura a partir de la imagen codificada. Los investigadores a ella adscritos han desarrollado un método cuyo análisis sistemático, exhaustivo y científico trata de dar cuenta de la totalidad de los elementos en los códices. Este método está creado de tal manera que puede ser aplicable a los diferentes grupos de manuscritos indígenas tradicionales. Joaquín Galarza, iniciador de esta línea de estudios, elabora y desarrolla las bases de la teoría de la escritura mesoamericana y propone este procedimiento, cuyo propósito es efectuar un verdadero descentramiento del ojo occidental para descubrir leyes y reglas, a distintos niveles, así como funciones variadas en los signos que conforman el complejo sistema de escritura (Galarza, 1979). A partir de esta propuesta teórico-metodológica, el análisis de los documentos pictográficos indígenas da un vuelco en esa dirección. Su aplicación ha permitido obtener resultados importantes en lo relativo a leyes y convenciones del sistema.

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