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La Tlacuilolli

 

Fin de la Tlacuilolli.
El fin de la tlacuilolli se considera que fue hasta el siglo XVIII; por ello se puede también hacer una clasificación de los códices en dos grandes grupos basados en diferencias o similitudes entre materiales, soportes, colores, contenidos, etc. Los códices elaborados antes de la conquista o prehispánicos y los coloniales, habiendo algunos en los que es prácticamente imposible definir la época en la que se elaboraron pues presentan elementos tanto mesoamericanos como europeos.

La Conquista.
Con el contacto de los dos mundos, al igual que la cultura los códices sufrieron dicho impacto; existiendo en la actualidad sólo 16 de ellos que corresponden a los siglos XIV al XVI pues fueron casi todos destruidos al ser considerados documentos inspirados por el demonio.

La destrucción deliberada y sistemática de los códices comenzó en 1519 con el avance de las huestes de Cortés sobre Mesoamérica. Paradójicamente, en estos mismos días los españoles aprendieron a utilizar estos documentos y reconocieron en ellos un medio de registro eficaz (Escalante, P. 1999). Es por ello que entre los mismos españoles hubo quienes se opusieron a la destrucción de los códices, llamando incluso ignorantes a los que se encargaron de esta gran destrucción.

Códices Coloniales.
En los catálogos oficiales publicados hasta hoy se registran poco menos de 500 códices coloniales, pero éste es un número que tiende a aumentar debido a que pueden localizarse documentos desconocidos resguardados durante siglos por los pueblos en donde fueron elaborados, o bien que actualmente se encuentren en manos de coleccionistas particulares (Valle, P. 1999).

 


Las alteraciones que se presentaron en la escritura nahua después de 1521 como consecuencia de los cambios sociales y de la influencia del idioma castellano se solucionaron en los códices coloniales al adaptar con valores fónicos y simbólicos los grifos para transcribir las palabras nuevas; los sonidos diferentes o las representaciones de significado desconocido del lenguaje de los conquistadores. Sin embargo, la complejidad de los nombres propios de personas y de lugares han dificultado su transcripción y lectura. El doctor Joaquín Galarza, en sus estudios sobre la escritura náhuatl, propuso la metodología basada en el análisis de los elementos fónicos y simbólicos de los grifos que han permitido su transcripción y lectura. Los grifos de cargos, títulos y oficios son un ejemplo de la diversidad de soluciones pintadas en los códices que en numerosos casos es posible leer con la metodología adecuada.


Además de los pocos códices prehispánicos que se conservan, hay otros, mucho más numerosos, elaborados en los años que siguieron a la Conquista. En éstos, aunque en grados distintos, perduran elementos que reflejan el antiguo arte de los tlacuilos, pintores-escribanos nativos. Los códices coloniales tienen, así mismo, un interés muy grande. Además de ser portadores de importantes testimonios acerca del pasado idígena, muestran cómo se fueron asimilando distintas influencias culturales del Viejo Mundo. Ello es perceptible tanto en el contenido como en el trazo y estilística de las imágenes y aún de los signos glíficos.