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domingo, 11 de octubre de 2009

QUIÉNES LOS HICIERON

Al adentrarnos en el papel que desempeñaron los escribas surge la necesidad de hablar en primera instancia sobre el tipo de escritura predominante en los códices Mesoamericanos, de la escritura a través de imágenes. Vié-Wohrer en su trabajo Las escrituras que privilegian la imagen: cuatro casos dice que los sistemas de escritura se reparten en dos grandes categorías: una que privilegia el sonido y otra que privilegia la grafía (Vié-Wohrer, 2006). Es claro que la escritura alfabética pertenece al primero, pues sólo se trata de “almacenar”, “transcribir” los conceptos en “palabras”. La que nos interesa para fines de este trabajo es la segunda categoría, a la que pertenece el sistema de escritura mesoamericano, entre otros más. “En este segundo tipo de escritura se pueden dar diferentes lecturas, con posibilidades de interpretación que van mucho más allá del mundo de la palabra”(Vié-Wohrer, 2006).
En muchos estudios como el referido anteriormente se considera que la escritura mesoamericana está muy relacionada con el arte pues se generó a partir de verdadero pensamiento conceptual; es decir, lo que le da el carácter artístico es que las imágenes se usan como representación plástica y/o como signos de escritura. De aquí que se considere entonces al tlacuilo un artista, pues utilizaba este tipo de escritura al elaborar los códices.


Aunque los códices pertenecían a la colectividad; es decir, eran escritos anónimos, sin firma; se sabe con certeza que los indígenas encargados de fijar el saber y perpetuarlo debían ser personas que presentaran cualidades de pintores o dibujantes; se les llamó tlacuilos (del verbo tlacuiloa), porque escribían pintando.
“Podían ser hombres o mujeres de cualquier clase social que se escogían desde muy jóvenes. La condición esencial era que se revelaran poseedores de esas cualidades artísticas; se les instruía en su lengua y el saber de su época para posteriormente, especializarlos en algún tema” (Galarza, J. 1997). De acuerdo con esta especialidad se les destinaba a los centros religiosos, económicos o civiles que necesitaban sus servicios, como templos, tribunales, casas de tributos, mercados, palacios, etc. El tlacuilo residía en esas instituciones en donde realizaba los códices. “Con manos expertas preparaba la superficie del amate, a veces por ambos lados, aplicando una delgada capa de pintura blanca que le permitía lograr una mayor precisión en el trazo de las figuras y la disposición más afinada de los colores” (Valle, P. 1999).
Después de esa preparación, formaban parte de una clase superior, ya que tenían que dedicarse de tiempo completo a sus actividades. Si bien, solo los tlacuilos escribían; no así ocurría con la posesión y manejo de los códices, pues también la clase dirigente, señores y sacerdotes tenían acceso a ellos.
 Códice Mendoza

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