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lunes, 15 de febrero de 2010

Códices. Los antiguos libros del nuevo mundo.

Miguel León-Portilla, 2003.
 
Libros de pinturas y caracteres llamaron en el siglo XVI los cronistas españoles a los manuscritos que hoy nombramos códices de Mesoamérica. Puesto que estoy dando como título a este trabajo la palabra códices, pienso que será pertinente una consideración sobre el empleo de ella para designar a los que de hecho son los más antiguos manuscritos del Nuevo Mundo.
Inquiriendo acerca del vocablo codex -del que proviene códice- nos encontramos con que su significado original fue el de “tronco”, del cual se derivó otra acepción: la de “tablillas donde se escribe”. En ellas, en la antigüedad clásica, los escribanos registraban una variedad de textos.
Aplicar el vocablo codex y códice a los libros manuscritos guarda estrecha relación con el concepto original de “tablilla donde se escribe”. Así, codex significó en la Edad Media “libro manuscrito”.

A punto fijo no se sabe quien fue el primero en aplicar la palabra códice a los antiguos libros de Mesoamérica. Todavía en el siglo XVIII y principios de la siguiente centuria se los mencionaba de otras varias formas: “manuscritos figurativos”, “libros de pinturas”. 
Cuando se publicaron en Europa y México, a finales del XIX, reproducciones bastante cuidadas de varios de estos manuscritos, en casi todos los casos aparecieron con la designación de codex o códice. Esto ocurrió con las ediciones patrocinadas por el duque de Loubat, varias con comentarios de Eduard Seler y, asimismo, con las que sacaron a la luz Francisco del Paso y Troncoso, Antonio Peñafiel y Alfredo Chavero.

Aunque los libros de pinturas y caracteres de Mesoamérica difieren en varios aspectos de los códices europeos medievales, se conocieron ya universalmente como códices del México antiguo. De las diferencias que hay entre unos y otros cabe otra que los de Mesoamérica ostentan formas de presentación muy distintas. Así, no tienen hojas propiamente dichas, ya que se elaboraban a modo de biombo o acordeón, de rollos o se pintaron sobre lienzos. Además, en tanto que los códices europeos no llevan necesariamente pinturas, los de Mesoamérica las tienen como elemento característico.

Fue en el siglo XIX, y más ampliamente en su segunda mitad, cuando se introdujo y se generalizó el vocablo códice para referirse a ellos.

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